Superasignaturas

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Aprendizaje con iniciativa propia y grandes preguntas: de las chicas «Hágalo Ud. Misma» al huracán Katrina

 

 

[Tornar a la fitxa del llibre]

Cuando se pregunta al equipo directivo del Instituto de Bachillerato Superior de San Fernando, en el noreste del condado de Los Ángeles, que enumere sus logros más notables, se suele poner el énfasis en los campeonatos deportivos. La mayoría de los estudiantes hablan tanto castellano como inglés, pero ninguno de los hechos destacados en la página web del instituto ni tan siquiera insinúa esta destreza lingüística. Muchas de las familias tienen dificultades económicas, con salarios bajos y temporadas sin trabajo, pero el instituto no menciona los desafíos a los que estos estudiantes con pocos recursos tienen que hacer frente, ni tampoco los éxitos académicos que, sobreponiéndose a estos obstáculos, consiguen.

En el vecindario de Pacoima, donde se ubica el Instituto de Bachillerato Superior de San Fernando, siempre ha sabido esconderse la pobreza, hasta cuando las cifras de desempleo rondaban el 15 % y los índices de pobreza duplicaban los del condado de Los Ángeles. Susan Abram informó en 2015 en el periódico Los Angeles Daily News que «muchos de los vagabundos sin techo viven escondidos».[1] Pero eso está cambiando. Conforme aumentan los problemas, se van haciendo más patentes.

Daniela Orozco recordaba que, cuando llegó al noveno curso, veía a diario en su trayecto al instituto únicamente a un vagabundo sin hogar. Cuando llegó al duodécimo y último curso en 2016, el número había aumentado tan rápidamente que ya no se podía ignorar a estas personas. El fenómeno de la gente sin hogar se incrementó cada año en más de 7.000 personas en el Valle de San Fernando. Daniela y sus compañeros de instituto podían verlas a lo largo de la calle Fox, en el parque cercano al instituto, o debajo de la autovía interestatal 5, que discurría a unas pocas manzanas al oeste de las instalaciones del instituto.[2]

A principios de 2016, una exalumna del Instituto Superior de San Fernando, Evelyn Gómez, se presentó en varias de las clases pidiendo voluntarios para unirse a una actividad educativa especial que estaba organizando. Gómez había sido una de las alumnas estrella y había ingresado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde estudió ingeniería aeroespacial. Posteriormente obtuvo una maestría en la Universidad de California en Los Ángeles. Su alma mater celebraba un certamen para equipos de ingeniería de institutos, y ella confiaba en formar uno en el Instituto Superior de San Fernando. La ingeniera de veintinueve años ahora trabaja como directora de Chicas «Hágalo Ud. Misma»,[3] una asociación sin ánimo de lucro que ayuda a chicas de familias con pocos recursos a aprender ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. En junio, una docena de alumnas comenzó a definir un proyecto que pudiera formar parte del certamen del MIT. La mayor parte de las chicas no sabían nada de ingeniería cuando empezaron a trabajar, y tampoco se conocían entre ellas, pero todas eran sabedoras de la situación de pobreza y de las personas sin hogar que había a las puertas de sus casas. Las estudiantes decidieron rápidamente inventar algo que hiciera más fácil la vida de los pobres que vivían en las calles.

Durante el verano, las chicas se esforzaron en su trabajo, ensimismadas con un objetivo que les cautivaba y que estimulaba su sentido del altruismo. Esperaban diseñar una tienda de campaña alimentada con energía solar para las personas sin hogar, lo suficientemente compacta como para que cupiera en una mochila con ruedas que facilitara la movilidad. Con la electricidad generada por células fotoeléctricas, las personas sin hogar tendrían luz por las noches, un pequeño ventilador en los días de calor y facilidad para cocinar. Una de las estudiantes puntualizó: «No podíamos darles dinero porque nuestras familias también son pobres, aunque tengamos una casa o un apartamento».

Las estudiantes crearon un entorno de aprendizaje para ellas mismas guiado por la pasión, y eso se convirtió en un poderoso motivador. Querían llevar a término su esfuerzo por su preocupación por las personas sin hogar. Para ello necesitaban aprender sobre paneles solares, a programar y dominar la impresión 3D, comprender una serie de principios de ingeniería y aprender el lenguaje de programación C++. Si se encontraban con algo que no sabían hacer, buscaban vídeos en internet que les guiaran en el proceso.

Ninguna necesitaba que le pusieran deberes o que le descontaran puntos si se descolgaba. Los únicos exámenes llegaban de manera natural, cuando algo no funcionaba y tenía que arreglarse. Las chicas se animaban unas a otras y fijaban su propio calendario de trabajo. Se esforzaban juntas para dominar un determinado conocimiento o una destreza, no porque un profesor les pidiese que trabajaran en grupo, sino porque el equipo «Hágalo Ud. Misma» quería inventar algo nuevo. Estas jóvenes aprendían ingeniería no para superar un examen y conseguir una buena nota, sino para ayudar a otras personas. Su altruismo procedía en su mayor parte de la solidaridad y la empatía, y se fortalecía debido a que las futuras ingenieras se preocupaban por ellas mismas y por sus familias. Una de las chicas apuntó: «Si a tus padres no les alcanza para pagar las facturas, tú también puedes quedarte sin techo».

A lo largo del verano y durante el otoño, las chicas trabajaron seis días a la semana, renunciando a las vacaciones de invierno y de primavera para terminar su creación. Como un orgulloso equipo deportivo, las ingenieras novatas se dirigieron a sí mismas e hicieron horas extras para terminar el trabajo. Cuando no conseguían resolver un problema, redoblaban sus esfuerzos, con la confianza de que encontrarían una solución.

Para primavera, las chicas «Hágalo Ud. Misma» habían creado un modelo de trabajo, pero no se durmieron en los laureles. Estas alumnas de instituto comenzaron a buscar defectos en su creación. ¿Se rasgará con facilidad? ¿Aguantará la lluvia? ¿Se romperán los paneles si se les pisa fuerte?

Cuando terminaron de rasgar la tela con cuchillas y el resto de pruebas de calidad, su orgullosa creación estaba hecha jirones, un panorama que habría desanimado hasta a los más resueltos. Pero en lugar de abandonar, las chicas «Hágalo Ud. Misma» aplicaron todo lo que habían aprendido para comenzar de nuevo y construir un prototipo más resistente. En junio de 2017, con la ayuda de una beca, las doce pioneras presentaron su creación en el mIt. Pero ¿por qué no abandonaron cuando se dieron cuenta de que su primer modelo había mostrado no ser lo suficientemente resistente?

 

¿QUÉ HACE PRODUCTIVO EL FRACASO?

Un grupo de investigadores alemanes analizaron lo que denominaron «climas de error favorable» para comprender qué motiva a los estudiantes de matemáticas a aprender de sus errores.[4] Tras su listado de comportamientos y subcategorías, subyace una noción sencilla. Los estudiantes necesitan oportunidades para probar, fallar, ser corregidos y volver a probar sin que nadie, profesores o compañeros, los juzgue, condene, ridiculice o denigre. Las estudiantes de San Fernando trabajaron en un clima de apoyo mutuo y confianza en el que cada una asumía que todas sus compañeras tenían la máxima entrega y las mejores intenciones. Veremos algunas de estas cuestiones conforme avancemos en nuestro recorrido por el mundo de las superasignaturas.

 

APRENDIZAJE MOTIVADO POR LA PASIÓN

En la Escuela de Ingeniería Olin, en el Instituto Politécnico de Worcester, en la Universidad de Harvard, en la Universidad Jiaotong del Sudoeste, en Chengdu, China, en unos cuantos institutos como el de San Fernando y en muchos otros lugares de todo el globo, los educadores están construyendo superasignaturas alrededor de lo que suele llamarse aprendizaje basado en proyectos. En muchos sentidos, es una idea antigua embotellada en recientes y novedosos envases, que se ha combinado con una diversidad de conocimientos relevantes procedentes de la investigación sobre el aprendizaje humano. Hemos elegido enfatizar el aspecto de la motivación por la pasión en esta clase de superasignaturas porque es el que más éxito tiene a la hora de comprometer a los estudiantes en un propósito que vaya más allá de la clase, puede que incluso más allá de la disciplina. Los estudiantes desarrollan la pasión por encontrar respuestas y resolver problemas. En el proceso de perseguir ese objetivo integrado, importante, los estudiantes aprenden una variedad de disciplinas. Puede que finalmente sean cautivados por algún campo concreto de estudio, pero es el problema, el desafío, y a menudo la posibilidad de ayudar a alguien, lo que mantiene su empuje.

Ha dejado de ser únicamente una clase de literatura, una asignatura de ingeniería, un programa de matemáticas, un requisito para estudios políticos o cualquier otra rama del conocimiento, para convertirse en una aventura cautivadora e integradora para ayudar a otras personas.

Los proyectos se han utilizado desde hace mucho tiempo en las clases universitarias y en el bachillerato superior, pero no siempre se ajustaban a los hallazgos de la investigación sobre el aprendizaje humano, y no rompían con la tiranía de las clases magistrales tradicionales de asignaturas de introducción general, que tan alejados mantenían a los principiantes de tales entornos mágicos. Las nuevas superasignaturas crean entornos para el aprendizaje crítico natural que comprometen y desafían a quienes aprenden, ofrecen conocimientos más profundos y retención a largo plazo. Cuando Kristin Wobbe y Elizabeth A. Stoddard recogieron experiencias para su libro Aprendizaje basado en proyectos en el primer curso, lo subtitularon Más allá de cualquier expectativa.[5]

En los capítulos cuarto y quinto vimos alicientes altruistas en la asignatura Libros entre Rejas de Andy Kaufman. En otras ocasiones hemos contado la historia de cómo Melissa Harris-Perry utilizó elementos de entornos de aprendizaje motivados por la pasión para crear una asignatura en la Universidad de Princeton sobre el huracán Katrina y la historia política de Estados Unidos. Los estudiantes entraban en su clase intrigados por el desastre que había ocurrido en Nueva Orleans en 2005.[6] Su profesora les pedía que entendieran cómo el periodo de la Reconstrucción que siguió a la Guerra Civil estadounidense influyó en los posteriores progresos políticos e institucionales, muy especialmente para los afroamericanos. Denominó la asignatura Katrina: Desastre y Política Estadounidense, y los estudiantes se matricularon en sus clases para entender las catástrofes.

Mediante una pregunta, Harris-Perry transformó su propio interés en el de ellos. ¿Cuándo comenzó el desastre? es lo que preguntó a la clase en su primer día del semestre de otoño. ¿Comenzó en agosto de 2005, cuando la marejada ciclónica golpeó la Ciudad de la Medialuna?[7] ¿O comenzó en 1866, con el inicio de la Reconstrucción en Nueva Orleans? Con esa cuestión creó un entorno de aprendizaje motivado por la pasión que ahora impulsaba a sus alumnos a estudiar. Con esa pregunta transformó sus intereses en algo más amplio, en algo más grande que los objetivos de aprendizaje que, como historiadora, había preparado para sus estudiantes.

Cuando ofreció la asignatura por primera vez en 2006, los miembros de la clase se motivaron tanto por su deseo de ayudar a las víctimas del Katrina, que cuando finalizó el semestre todos ellos viajaron a Nueva Orleans para comprender mejor la situación sobre el terreno y para ayudar a sus habitantes a rehacer sus vidas.



[1] «In the San Fernando Valley, a Homeless Crisis Remains Hidden», Los Angeles Daily News, 26 de septiembre de 2015, en línea: https://www.dailynews.com/2015/09/26/in-the-san-fernando-valley-a-homeless-crisis-remains-hidden/.

[2] Brittany Levine Beckman: «All-Girl Engineer Team Invents Solar-Powered Tent for the Homeless», Mashable, 15 de junio de 2017, en línea: https://mashable.com/2017/06/15/diy-girls-solar-powered-tent-homeless/ (consulta: 11/2/2019).

[3] En inglés, diy Girls, de Do It Yourself (N. del T.).

[4] Gabriele Steuer y Markus Dresel: «A Constructive Error Climate as an Element of Effective Learning Environments», Psychological Test and Assessment Modeling 57, n.º 2, 2015, pp. 262-275.

[5] Kristin K. Wobbe y Elisabeth A. Stoddard (eds.): Project-Based Learning in the First Year: Beyond All Expectations, Sterling, va, Stylus, 2019.

[6] Ken Bain: «Understanding Great Teaching», Peer Review 11, n.º 2, 2009, pp. 9-12.

[7] Uno de los muchos apelativos con los que se conoce Nueva Orleans es The Crescent City, la Ciudad de la Medialuna, pues la expansión en el siglo XIX de nuevos barrios por la parte exterior de la gran curva que hace el río Mississippi a su paso por ella le proporcionó una forma de medialuna (N. del T.).

 

 

Bain, Ken. Superasignaturas. El futuro de la enseñanza y del aprendizaje. Trad. de Óscar Barberá. Publicacions de la Universitat de València, 2023.

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